
En el contexto actual, marcado por la transformación digital, el trabajo híbrido y en muchos casos 100% remoto, la diversidad generacional y la creciente complejidad de los negocios, los equipos enfrentan desafíos cada vez mayores para mantenerse alineados, productivos y comprometidos.
Las investigaciones recientes destacan que los equipos de alto desempeño no solo logran resultados sobresalientes, sino que también son resilientes frente a la incertidumbre. Según estudios de Deloitte y McKinsey, las empresas con equipos bien cohesionados son un 25% más productivas y un 50% más propensas a superar a la competencia.
Frente a este escenario, las organizaciones buscan constantemente maneras de optimizar la dinámica de sus equipos de modo de alcanzar las metas establecidas y adaptarse rápidamente a entornos cambiantes, implementando programas de formación y desarrollo muchas veces de corto aliento y con altas expectativas, lo que hace que las intervenciones puedan ser más complejas y conllevar la frustración de no observar mejoras, avances o cambios.
El Enfoque Sistémico en el Desarrollo de los Equipos
En ThinkGo, nuestra experiencia interviniendo por años distintos equipos de diverso nivel de complejidad, nos ha llevado a optar por utilizar una perspectiva sistémica, abordando a las personas y sus interrelaciones de una manera integral, bajo una mirada de sistema interconectado, que se moviliza y emprende acciones en constante interacción e interdependencia, donde cada elemento impacta directamente e indirectamente en los demás, lo que nos desafía a maximizar los comportamientos no solo a nivel individual, sino que también desde una perspectiva colectiva.
En este camino de desarrollo de equipos, hemos identificado que la aplicación de este enfoque ha resultado ser efectivo para:
1. Identificar patrones y dinámicas internas: Utilizando herramientas como mapas sistémicos y diagnósticos grupales, que te permiten observar las relaciones, tensiones y flujos de comunicación dentro del equipo, posibilitándonos comprender qué dinámicas favorecen o limitan el desempeño colectivo.
2. Trabajar con la confianza como base: Porque hemos aprendido que, para la efectividad de este enfoque, es indispensable crear espacios de seguridad psicológica, de modo que los miembros del equipo puedan realmente expresar sus ideas, preocupaciones y emociones sin temor al juicio.
3. Alinear los objetivos del equipo con los lineamientos organizacionales: Desde una perspectiva sistémica, es crítico evaluar cómo los objetivos del equipo se conectan con las metas y estrategias de la organización, asegurando coherencia y propósito compartido.
4. Desarrollar habilidades colectivas: En este enfoque debes promover el aprendizaje continuo y la mejora conjunta, diseñando intervenciones que no solo fortalezcan habilidades individuales, sino que también fortalezcan la sinergia grupal.
5. Fortalecer la resiliencia del equipo: Y es crítico dentro de esta perspectiva, que las intervenciones vayan anclando en el equipo acciones y prácticas que les permitan desarrollar la capacidad de adaptarse a entornos cambiantes, aprendiendo técnicas y herramientas que les posibiliten resolver los conflictos del día a día y superar los obstáculos de manera colaborativa.

La aplicación de este modelo sistémico en la práctica nos ha mostrado que son diversas las líneas de desarrollo que pueden emprender los equipos, y que no puedes actuar bajo una “receta magistral”, ya que depende en gran medida de las particularidades de cada equipo, de su historia, de su cultura y sin duda de los desafíos que enfrentan. Muchas veces, es crucial dar claridad y sentido al quehacer, y la información y certezas sobre el propósito central del trabajo del equipo logra cambios y mejoras significativas. En otros casos, el trabajar un conflicto no abordado y aprender a entablar positivamente conversaciones difíciles dota a los equipos de la capacidad de sobrellevar escenarios complejos, sortear desavenencias o naturales diferencias y avanzar de manera productiva y colaborativa.
Aun así, y a pesar de que, cada intervención debes emprenderla como una experiencia única, es importante que, en tu hoja de ruta de desarrollo de un equipo, no descuides algunas etapas y buenas prácticas que te permitirán ir garantizando que el proceso se lleve a cabo con efectividad. Entre las que más destacamos, se encuentran:
1. Diagnóstico Previo: resulta crucial iniciar con una evaluación del estado actual del equipo, en este sentido, debes asegurar recoger las impresiones de una manera amplia y lo más objetiva posible. En nuestra experiencia nos ha beneficiado tener de base nuestro Modelo de 6 factores de Equipo de ThinkGo, que nos permite tener una matriz base para identificar y clasificar los temas y así lograr especificidad en este diagnóstico inicial. El contar con un modelo, desde nuestra perspectiva te permitirá, focalizar la información y realizar un mejor diagnóstico.
2. Focalización y ajuste: Cada equipo tiene una dinámica única, por lo que es importante adaptar tu intervención a las necesidades y características específicas del equipo. Y si bien, a veces sabemos que algunas herramientas funcionan más que otras, es clave aprender a escuchar la necesidad real del equipo y ajustar la intervención a ello. El considerar la cultura propia y el estilo del equipo, también es un factor a tener en cuenta en todo el proceso.
3. Creación de un espacio seguro: Es indispensable, además, asegurar que todos los miembros se sientan cómodos participando, pero a la vez sean desafiados a asumir riesgos y retos para el desarrollo individual y colectivo. En este ámbito, el rol y la forma de actuar el coach/facilitador de la actividad resulta crucial para contribuir a
un espacio seguro. El establecer reglas de inicio y trabajar la escucha, la empatía y el respecto a la diversidad, se encuentran a la base de este escenario de confianza.
4. Seguimiento de planes y compromisos: Y no menos importante es asegurar que los equipos diseñen o acuerden un mecanismo para medir el progreso y reforzar los aprendizajes a largo plazo. Las intervenciones de equipo requieren refuerzo y seguimiento y es clave instalar esa capacidad dentro del equipo, enseñándoles a identificar alertas, deviaciones o retrocesos, que los lleven a reenfocarse y resolver colectivamente. Esto puede incluir evaluaciones periódicas y planes de acción.
Sin duda, intervenir un equipo, potenciarlo y llevarlo a su máximo potencial es una de las tareas más desafiantes que enfrentan las organizaciones, pero es una tarea clave a la hora de apoyar la sostenibilidad, adaptabilidad y el desarrollo de meta habilidades, que permitan no solo la supervivencia, sino también el crecimiento sostenido y el contar con equipos afiatados, cohesionados y felices.
Te invitamos a compartir con nosotros tu experiencia en este tema y seguir nuestros posts, de manera de apoyar el aprendizaje colectivo!
Equipo ThinkGo.
